Los “privilegios” de ser mujer en la era de los Derechos Humanos

Después de las reformas constitucionales de 2011 he escuchado  frases como las siguientes: “los derechos humanos protegen a los delincuentes”; “estamos peor con esto de los derechos humanos”; “estábamos mejor sin los derechos humanos”; en fin, ninguna me hizo reflexionar tanto como la siguiente: “con esto de los derechos humanos ya no se le puede hacer nada a las mujeres”. Porque pareciese que a nosotras a penas se nos hubiese reconocido como personas, como titulares de derechos, que antes de dichas reformas nuestros derechos podían ser vulnerados sin que a alguien le importara.

Hace unas semanas un amigo me pidió mi opinión respecto al concurso exclusivo para ser juezas y magistradas a nivel federal, anunciado por el Ministro Luis María Aguilar, en razón de la inquietud de mi amigo y el hecho de que percibo que muchas personas piensan que la mujeres tenemos muchos privilegios en esta época, decidí realizar este pequeño artículo.

En los años setenta en Estados Unidos surge la figura de “acción positiva”, con el propósito de disminuir la discriminación que estaban sufriendo ciertos grupos; actualmente existen diferentes investigaciones y lecturas que se encargan de explicar la función de esta figura, en ocasiones se hace referencia a dicha medida como “discriminación positiva” o “acciones afirmativas”.[1] A través de las acciones afirmativas se han generado diversas medidas que tienen como finalidad erradicar y disminuir la discriminación, en específico de un grupo que se encuentre en desventaja estructural, para así poder generar igualdad entre todos los grupos que conforman la sociedad.

Las mujeres como colectividad hemos sido discriminadas a lo largo de los años, nos hemos desarrollado dentro de un escenario de muchas carencias y desigualdades, por muchos años nos fueron negados derechos que hoy en día son fundamentales para desarrollar una vida plena. Las últimas décadas han sido fundamentales por  los grandes e importantes avances alcanzados, sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer para alcanzar de una forma real la igualdad, puesto que no basta el reconocimiento de nuestros derechos en instrumentos internacionales y nacionales, si lo que se establece en ellos no se realiza en el plano fáctico. Es por ello que en diversos países se han creado planes nacionales para erradicar la discriminación en contra de la mujer.

En el país se han creado fiscalías especializadas para atender temas de violencia de género (feminicidios, violencia familiar, violencia psicológica, violencia política), así como instituciones especializadas que brinden una atención integral a las mujeres que han sido víctimas de algún tipo de violencia, de igual forma se han instaurado programas de seguridad pública que brindan atención y auxilio a las mujeres que soliciten el servicio, se implementó la figura de paridad de género en materia electoral, entre otras, todo lo anterior como parte de las acciones afirmativas que se han puesto en marcha para disminuir la discriminación. A pesar de ello, todo esto resulta insuficiente para restaurar el problema de fondo, el cual tiene una raíz cultural.

Es importante mencionar que las acciones afirmativas no son permanentes, sino todo lo contrario, deben existir de manera temporal y los resultados deben ser medibles y perdurables. Lo cual resulta complicado, debido que para erradicar verazmente la discriminación y colocar a la mujer en una posición de igualdad, conllevará de seguir realizando diversas acciones por mucho más tiempo, ya que tantos años de desigualdad y discriminación no pueden ser subsanados en un par de años.

En conclusión, todas las medidas que se han implementado para empoderar a la mujer tienen justificación, no son privilegios, son la consecuencia de protestas sociales, de estudios sociológicos, de las vidas que han sido arrebatadas por ideas machistas, de la violación a los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, de la nula participación que se nos daba en los temas públicos, de la denegación a diversos derechos, en fin, acciones como el concurso exclusivo para mujeres realizado por nuestro máximo tribunal, es una forma de compensarnos esos años en los que a una mujer “se le podía hacer todo”, en otras palabras, es la compensación por las graves violaciones a nuestros derechos, realizadas durante décadas.

[1] María de la Macarena Iribarne González, “Acción Positiva”. Revista UC3M, España, núm. 6, marzo-agosto 2014, https://e-revistas.uc3m.es/index.php/EUNOM/article/download/2209/1144

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